Hola amigos, cómo andan?
Les cuento, hoy escribiré acerca de un caso especial, de
esos un poco inesperados que por situaciones un tanto dolorosas o tristes
conllevan a una serie de eventos, y tienen escrito su desenlace. Sí, es así como
lo leen. En este caso podremos detallar como la psiquiatría se convierte en un
área integral; donde es fundamental conocer en profundidad la historia de cada
paciente, involucrase en cada hecho por más mínimo que sea, entender y tratar
de imaginarse la situación actual del paciente, etc.
Esta es la historia de un hombre de 44 años. Su niñez transcurrió
entre visitas al médico, pasión por el futbol y entender lo que le pasaba. Pasó
el tiempo, hasta que llegó el momento de pensar en el amor, su deseo por encontrar
una mujer se vio frustrado porque no lograba acoplarse a las “necesidades del
mercado”, su enfermedad no lo dejaba avanzar a pasos grandes. Paso su adultez
en compañía de sus padres, desafortunadamente como ley de vida, la muerte llegó
para ambos y a partir de ahí, hubo un cambio radical en la vida del señor.
Lo conocí un sábado a mediados de mes, había llegado a la
clínica a inicio de mes por una crisis drepanocítica, tenía diagnosticada
anemia de células falciformes. Fue un episodio fortuito, una interconsulta de
parte de hematooncología porque lo habían notado triste y con mutismo.
Inmediatamente pensé, que extraño, qué le podría estar pasando para tener esa
actitud hasta el punto de no querer hablar.
Comencé por preguntarle - ¿cómo está señor, cómo le ha ido?
– Bien, respondió con un tono cansado de la voz. Seguí indagando para descubrir
el porqué de su actitud. –Me han contado que ha estado triste, le dije. Me
miró, y me dijo –Sí, un poco, estoy aburrido. Proseguimos con la entrevista y descubrí
hechos abrumadores.
Tenía múltiples antecedentes: anemia de células
falciformes, cirrosis secundaria a sobrecarga de hierro, falla renal crónica y síndrome
de hipertensión portal. Lo último, un hematoma epidural de C7 a T5, sucedió
durante la hospitalización. Empezó por perder la fuerza en sus piernas, perdió
la sensibilidad y finalmente ya no pudo mover sus piernas. Eso lo tenía muy
preocupado “no sé si voy a volver a caminar” comentó con lagrimas en sus ojos.
Rápidamente me di cuenta
que no era un caso como los demás. Este, en especial, tenía algo diferente. Una
hospitalización estaba causando una posible depresión, pensé. Identifiqué sus
síntomas cardinales y cuadraba casi perfectamente. Comenzando con preocupación,
tristeza, llanto fácil hasta insomnio, ideas de desesperanza e ideas de muerte.
Desde la muerte de sus padres, todo había cambiado – Me siento solo, tengo dos
hermanas pero no me la llevo bien con ellas. En total tiene 4 hermanos; dos
mujeres y dos hombres, estos últimos viven en el exterior y la comunicación no
es constante. En definitiva él era un hombre solo.
Pasaron algunos minutos,
concluyó la entrevista y salí a comentar al paciente con mi profesor. Pensaba
muchas cosas, entre esas, qué pasaría con el paciente. Ahora, yo tenía un poco
de preocupación, quería evitarle a toda costa algún tipo de sufrimiento. En la
revista, se decidió iniciar psicoterapia, manejo farmacológico y consulta con
trabajo social. Estaba satisfecho con la decisión, y ya lo único que restaba
era esperar.
El lunes volví a visitarlo;
estaba un poco mejor, con mejora de su sintomatología. Hablaba un poco más,
refirió haber dormido y comido bien. No pude contener mi alegría, este paciente
había sido especial. Por primera vez, había entendido tan bien lo que padecía el
paciente. Ya para concluir, creo que con este caso me enriquecí de conocimiento,
y lo más importante logré valorar aun más el área de psiquiatría, entendí como
se logra influir positivamente en alguien y con eso poder mejorar su calidad
de vida.
No siendo más amigos
lectores, me queda pedirles que reflexionen sobre este caso. Identifiquen aspectos
clínicos para llegar a un diagnóstico y además logremos valorar como un “buen
viaje por psiquiatría” contribuye en la mejoría de los pacientes.
Saludos!
:D
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